sábado, 17 de diciembre de 2011

Vulgaria


 
Salir a la calle en horario escolar es como viajar a Vulgaria con Caractacus Potts. La ciudad se ve más gris de lo habitual porque no se ven niños. Como mucho, cochecitos de bebés; menores de tres años que todavía no están en su encierro de diez (o más) años.

Vas por la calle y sólo ves adultos, y te sientes medio mal porque tú sí andas con un niño a tu lado (o corriendo dos metros más adelante o dos metros más atrás). Además, si el niño va correteando queda como muy obvio que no es que no haya ido al cole por enfermedad, así que... hay miradas fuera de tono.

Si entras en algún comercio, difícilmente te libras de la pregunta:

-¿Estás enfermo? ¿No has ido al cole, hoy?

Y dan ganas de decirle "sí, imbécil, sí que ha ido al cole pero tú estás viendo visiones, así que haztelo mirar".

Pero, claro, una es educada y sonríe y se escaquea de la mejor manera que puede. En momentos así, cuando siento que estoy en Vulgaria, desearía estar en un país donde el homeschooling sea completamente legal. O que la Baronesa Bomburst española (o sea, antes Zapatero y ahora Rajoy) abran por fin los ojos a lo evidente y nos cambien la ley.

Amén.


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