martes, 27 de diciembre de 2011

Déjalo




En mi proceso personal de desescolarización (aka, cambio de chip mental o cómo tirar a la basura veinte años de institucionalización) una de las creencias de las que más me ha costado deshacerme ha sido la de que hay que terminar lo que se empieza.

En mi familia, en mi escuela y en la sociedad en general, se valora[ba] enormemente la capacidad de tener la constancia de terminar cualquier cosa que se hubiera empezado. No se podían dejar las cosas a medias. Había que ser tenaz y disciplinado. Incluso había leído algunos artículos de psicólogos, pedagogos y "expertos" varios que daban consejos sobre cómo evitar que tus hijos se convirtieran en personas que lo dejaban todo a medias.

Pero algo me chirriaba. Por un lado, tenía fe ciega en lo que había sido mi experiencia: a mi se me había valorado por la constancia. Por otro lado, algo no me cuadraba. No me sentía capaz de obligar a mi hijo a terminar cosas que él no quería hacer. ¿Hasta qué punto podía o debía obligarle? Y me di cuenta de que yo misma no termino de leer los libros que no me gustan, ni de ver las películas que me aburren, por ejemplo. Así que ¿por qué iba a ser diferente con mi hijo? Mejor aún, yo ya tengo treinta y tantos años de experiencia y sé más o menos qué cosas me gustan y que cosas no. Pero mi hijo todavía está en proceso de ensayo-error para descubrir cuáles son sus gustos, sus intereses y sus cualidades.

Así que solté el peso que arrastraba, me liberé de la cadena de la constancia a cualquier precio, y empecé a dejar que mi hijo tomara sus propias decisiones sobre qué cosas vale la pena acabar y cuáles no.

Y nuestra vida, de repente, mejoró.


3 comentarios:

  1. Un artículo que me rompió mucho los esquemas y que creo que va por esta línea es el de Alfie Kohn sobre la autodisciplina: http://www.crianzanatural.com/art/art99.html De hecho, la amiga que lo tradujo, sintió algo parecido a lo que comentas, como una liberación de unas cadenas y una confirmación de que lo que a veces había hecho a contracorriente tampoco era tan malo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Tienes razón. La constancia, junto con la obediencia y la disciplina, son los conceptos que a mí no me terminan de encajar.

    A propósito, me gusta mucho tu blog =)

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Ana. Yo también leo el tuyo ;-)

    Rosa, gracias por el enlace. A mi Alfie Kohn es un autor que me impactó cuando lo leí por primera vez pero que sólo me ha ido calando después, poco a poco, a medida que me he ido viendo en situaciones como las que él describe.

    ResponderEliminar